Nuestro país hace 119 años que tiene presencia en el suelo antártico y además de la soberanía se ha generado una usina científica que impacta aquí y en el mundo. Mirá la entrevista en directo desde la Base Carlini.
El inmenso territorio antártico argentino es una usina para el desarrollo científico, en disciplinas que incluyen la vida de esa región pero también el clima en el mundo y el impacto que se genera en el planeta. Muchas veces hemos hablado con quienes están desarrollando investigaciones científicas de alcance internacional y también con la dotación militar que tiene a su cargo la logística y –por caso- la única radio que existe en ese territorio.
Argentina tiene 13 bases, de las cuales siete son permanentes y el resto temporarias, generando que nuestro país sea el que mayor instalación tiene en el sector Antártico con respecto al resto de países de todo el mundo. Esa permanencia lleva hoy a celebrar los 119 años de presencia Argentina en el llamado continente blanco.
Exactamente el año pasado para esta fecha, hablamos con el jefe científico de una de esas bases, Carlini, para conocer un descubrimiento que avanza en una investigación que se realiza allí desde hace unos 15 años. Hablamos con el Dr. Lucas Martínez, Bioquímico que realizó su doctorado en 2018 en la Universidad Nacional de Buenos Aires (UBA), es investigador científico del Departamento de Microbiología Ambiental de la Coordinación de Ciencias de la Vida y su área de estudio incluye la biorremediación de suelos Antárticos contaminados con hidrocarburos. Comenzó a investigar en Antártida en 2013.
Sobre ese estudio, indicó que las bacterias o microorganismos que se encuentran en la Antártida pueden remediar los suelos contaminados con hidrocarburos, especialmente el gas oil que se utiliza para el desarrollo de actividades en ese espacio polar. Un posible derrame de ese combustible generaría un alto impacto en el ecosistema antártico, por lo que el estudio investiga la remediación que se podría lograr a través de microorganismos de esa región.
Al respecto, Martínez sostuvo que perfectamente se pueden utilizar un grupo de baterías naturales de allí, pero también unas gramíneas o pastos que en sus raíces propician la generación de estos microorganismos.
En este sentido, la escala del estudio permite inducir que esa utilización de microorganismos o bacterias también se podrían utilizar en los pozos petroleros de varias provincias patagónicas. Señaló que eso ya se está realizando, aunque no con las especies que son netamente antárticas y ese desarrollo científico será el que se profundizará.
En el diálogo telefónico mantenido el año pasado, el jefe científico de la base Carlini señaló que generalmente la dotación de investigación llega a las 36 personas, mientras que otras 29 pertenecen a las fuerzas armadas argentinas que tienen a su cargo toda la logística. En total, son doce grupos de investigación los que desarrollan estudios en la Antártida, con algunos ciclos de presencia que tiene que ver con sus objetivos de estudio. Por ejemplo, quienes investigan mamíferos marinos llegan en el mes de octubre (época de reproducción), otros en noviembre y la mayor parte en el mes de marzo para estar allí durante todo el año.
Las bases argentinas con presencia en la Antártida son: la Base Conjunta Orcadas, Base Conjunta Marambio, Base Conjunta Esperanza, Base Conjunta San Martín, Base Conjunta Petrel y Base Conjunta Belgrano II (permanentes); y las bases temporarias Melchior, Decepción, Cámara, Primavera y Matienzo. Además, se le suman los otros dos asentamientos que con coordinados por la cancillería argentina: la base Carlini (permanente, ex base Jubany) y la base Brown (temporaria).