Con una estrategia incendiaria perfectamente diseñada y un bufón como mascarón de proa, este martes la Argentina presenta uno de los más graves incendios económicos. Los focos en llamas de una decena de casas de cambio en la city porteña muestran a los gritos el supuesto valor que tiene el peso argentino con respecto al dólar ilegal. Lo están haciendo desde principios de agosto cuando los primeros fósforos aparecieron antes de las PASO, luego el gobierno volcó combustible con una devaluación del 22 por ciento que llevó el billete verde-blue a 350 pesos.
Y la estrategia incendiaria se aceleró en los últimos diez días para sobarse las manos cuando tocó los mil pesos y este martes superar incluso ese paraíso de fuego.
La fogata alcanzó en esta jornada a todos los rincones del país generando miles de incendios en cada uno de los hogares que ven tambalear los magros ingresos mensuales, a sólo 9 días hábiles hasta llegar a las elecciones presidenciales.
El bombardeo de información sobre la cotización del dólar ilegal en el corazón porteño de la timba financiera arrasa con las mínimas certidumbres de la economía doméstica, con vencimientos de tarjetas, pagos de obligaciones (alquileres, servicios, cuotas) y nubosidad en aumento sobre los días por venir.
¿A quién beneficia este clima electoral de primavera? ¿Quién aparece como “pacificador” o “bombero” en este incendio premeditado?
La estrategia que marcamos aquí tuvo su evidencia en la mañana de este martes cuando en una radio proclive al tono incendiario contra el gobierno actual, el bufón que actúa como máscara de proa “aconsejó” a quienes tienen pesos en plazo fijo. “Jamás (ahorrar) en pesos, jamás en pesos. El peso es la moneda que emite el político argentino, por ende no puede valer ni excremento, porque esas basuras no sirven ni para abono», sostuvo el “libertario”.
Es cierto que la confianza en la racionalidad de la población no se debe perder nunca, pero el ataque de las llamas es tal que en algún momento se puede dudar si una buena parte de ella no deja en manos de un incendiario el control de este fuego masivo fogoneado por intereses contrarios a la mayoría de la población.
Contrario a la razón primaria del fuego, un elemento combustible puede apagarlo esta vez: el papel alargado de un voto en contra. Un freno contundente a la locura, no es cosa de locos.