Hace varias semanas que el patrimonio de Ushuaia no está abierto al público porque no tiene calefacción. La casa histórica “está en silencio” afirmó un vecino, preocupado por el cierre y por el peligro que corre todo el pasado que está resguardado allí.
El testimonio de cómo fue la vida en el “Fin del Mundo” está en peligro. Corre riesgo por el silencio. La soledad, el frío y la humedad atentan contra ese patrimonio. La comunidad, las visitas, la comunicación de esa historia está con llave y creemos que es una noticia que debe trascender la queja íntima, el reclamo vecinal. Que todo el mundo sepa que el Museo del Fin del Mundo, en Ushuaia, está cerrado hace varias semanas porque no tiene un elemento que fue y es indispensable para habitar esa zona: la calefacción para combatir el frío extremo.
El historiador y vecino comprometido con la cultura y los bienes de esa región, Julio César Lovece, acaba de publicar una carta abierta en su página de Facebook donde saca a la superficie esta situación y desde aquí armamos una cadena más masiva que se encuentra en nuestros objetivos como medio de comunicación patagónico.
Dice Lovece: “El Museo del Fin del Mundo, nuestro museo, está en silencio y se encuentra en esa condición desde hace varias semanas. Sus puertas, las que deberían hallarse siempre abiertas, están cerradas. Todo parece indicar por problemas en su calefacción, una cuestión que tampoco es novedosa.
El Museo del Fin del Mundo es un lugar donde se encuentra gran parte de nuestra historia, pero no solo lo que se expone, sino además lo que se encuentra en sus depósitos. Por lo tanto, si la razón por la que se encuentra cerrado tiene que ver con la calefacción y no se puede combatir la humedad, gran parte del patrimonio ahí depositado, se encuentra en riesgo.
El Museo del Fin del Mundo es un producto turístico. Lejos de los que creen algunos que quizás piensen solo se trata de un “complemento”, en realidad es uno de los atractivos más importantes para el turismo urbano y aunque muchos visitantes no lo sepan, muchos vecinos o funcionarios tampoco, si las tendencias son similares a las de hace algunos años, no menos de 200.000 turistas visitan los museos de nuestra ciudad.
Los museos son el espacio donde una comunidad dialoga con su pasado. Ese diálogo, mientras más profundo, más fortalece la capacidad de entendimiento de una sociedad, otorga respuestas a preguntas que de otra forma no hallarían respuesta. Inspiran curiosidad, ayudan a la reflexión, a la inteligencia. Reflejan las capacidades de nuestra sociedad con las que se desarrollaron en la vida. Fortalecen la identidad y el sentido de pertenencia.
Con toda seguridad que los percances ocurren, nadie puede evitar que algo se rompa, se desgaste y deba ser sustituido. Sería una tontería, de mala persona la descalificación ante lo fortuito. Ahora, ante la importancia de contar con la formidable e indispensable presencia de un bien tan valioso como un museo, debemos procurar que, antes esas cuestiones fortuitas, podamos contar con soluciones o atenuantes inmediatas, ágiles, eficientes.
No podemos permitirnos que, si el Museo se queda sin calefacción, solo nos quede “ponerlo a la cola” de todo lo que debemos reparar en los bienes del estado. El Museo es un eslabón necesario e indispensable en nuestra ciudad y en un destino turístico.
Ante esta cuestión no hay mucho por inventar. Sólo disponemos de pocas alternativas. Una de ellas es “ponerlo siempre primero en la fila” y garantizar una administración rápida. La otra es que el Museo disponga de fondos asignados específicamente sea a través de cierta autarquía o de una cuenta especial dentro del propio organismo responsable de la administración económica.
Quizás la última sea, algo que ya ha tenido el museo en alguna oportunidad, una ONG intermedia que cobre los ingresos del Museo y que dichos ingresos se encuentren siempre disponibles para gastos inesperados.
Por lo tanto, al Sr. Gobernador, a sus respetados funcionarios, no tomen por favor esta humilde misiva como un cuestionamiento o una crítica estéril, inoportuna o tendenciosa. Se trata solamente de la inquietud de un ciudadano que ve con tristeza que nuestro museo se encuentre hace varias semanas cerrado, esperando que se pueda disponer de fondos y personal para solucionar un inconveniente técnico que, en el peor de los casos, se podría solucionar en pocos días.
El museo es para el estudiante, el investigador, el turista, lo que es un hospital para el enfermo.
Lo necesitamos”, finaliza el texto de Lovece que amplificamos aquí para que llegue adonde tiene que llegar para encontrar una solución a esta situación.