Fueron los primeros en la historia en hacer ese cruce. Luego se subieron a la mítica balsa Atlantis para cruzar el Atlántico. A los 75 años, quieren volver a remar.
Los desafíos y la navegación corren por las venas de estos cuatro hombres que se han propuesto volver a andar por el río Colorado, a 50 años de aquel hito de unir por primera vez en la historia las nacientes en Neuquén con la desembocadura en el mar. La corriente de aquellos años del río que orilla cinco provincias (Neuquén, Mendoza, Río Negro, La Pampa y Buenos Aires) ya no es la misma, pero tampoco lo es la edad. Pero la pasión está intacta.
Así lo anunciaron Alfredo Barragán, José Luis Godoy, Jorge Iriberri y Rubén Tablar y pusieron una fecha: el 11 de febrero.
Aquel primer desafío cumplido fue continuado con el correr de los años en expediciones similares en Argentina y el mundo, hasta llegar a la que hizo famosos a Barragán e Iriberri: la Expedición Atlantis, cruzando el océano Atlántico desde Tenerife a Venezuela, en una balsa durante 52 días.
El 16 de enero de 1973, los cuatro expedicionarios se subieron a dos gomones a remo en las nacientes del río Colorado, en la unión neuquino-mendocina de los ríos Barrancas y Grande.
Río abajo, en una época donde el deshielo de las nevadas de 1972 habían embravecido los ríos patagónicos, la travesía no fue nada simple porque –contaron- los remolinos y rápidos llevaban las pequeñas embarcaciones hacia las piedras o las sacudían con peligro de tumbarlas. Hace 50 años (esto es para los más jóvenes) no había GPS ni instrumentales tecnológicos como para orientarse o saber por dónde andaban.
“Fue un bautismo de fuego para las hazañas que siguieron como cruzar el Atlántico en balsa, el mar de las Antillas en kayaks, los Andes en globo, escalar el Aconcagua, etc, son más de 30 expediciones en 50 años y en cinco continentes” Alfredo Barragán
Cómo fué
Los protagonistas contaron a la revista “Andar Extremo” que “el viento sopló en contra 23 días de la travesía, que se dividió el tres etapas: desde la naciente hasta 25 de Mayo, desde 25 de Mayo a Río Colorado, y la última desde Río Colorado hasta Fortín Mercedes. Primero los acompañó a la vista el volcán Tromen, luego aparecieron las barrancas que con el correr de los días se convirtieron en bardas. El paisaje se fue achatando hasta terminar como un río manso de llanura”.
“Despertaban al amanecer. Desarmaban la carpa y cargaban todo y lo ataban en los botes, porque en los rápidos se sacudían mucho. Al mediodía comían algún salamín, un trozo de queso, o una lata de sardinas con pan. Cuando caía el sol, buscaban una zona playa y armaban la carpa canadiense. Comían fideos o arroz. Tuvieron suerte en alguna ocasión que cruzaron un puesto y asaron un trozo de cordero que les regalaron. Tomaban solo agua del Río Colorado, que la dejaban sedimentar en una olla para que no sea tan oscura”.
Al finalizar cada jornada instalaban la antena entre dos torres de 4,5 metros, hechas con caños de luz, conectaban la radio y pasaban el parte a sus familiares de Dolores.
Remaban de sol a sol para cumplir con el objetivo de 50 kilómetros diarios, trataban de mantener cerca los dos gomones para poder hablar de bote a bote, por si venían rápidos o una pequeña caída o algún salto. Remaban con remeras largas, gorra y anteojos para no quemarse con el sol. Al remar 10 horas diarias terminaban con las manos tan hinchadas que no podían cerrarlas. Las metían en el agua fría para deshincharlas. Se ubicaban en el bote montados como en un caballo, sobre cada tubo lateral. Una pierna dentro y la otra fuera en el agua.
Tuvieron que quedarse tres días en 25 de Mayo, La Pampa, por la rotura del oleoducto que cruza el río y transporta el petróleo desde la planta de Catriel. Les decían que el petróleo podía afectar la tela de los botes. Una vez que repararon la pérdida, siguieron con la travesía. Allí fue la primera vez que cruzaron una persona, luego de 5 días de travesia.
Una vez cada diez días un avión de la Fuerza Aérea los sobrevolaba para identificar su posición. El rumor de los “locos que venían por el río” se había expandido por toda la región. Una vez llegaron e hicieron noche cerca del puesto de una familia. A la mañana se despertaron con 20 personas alrededor. Se habían pasado el dato entre vecinos para ver a los locos del Colorado. Al llegar al Salto Andersen los operarios los ayudaron a cargar los botes y trasladarlos al otro lado de la represa para la etapa final. Cuando arribaron a Río Colorado los esperaban varios medios de prensa y firmaron los primeros autógrafos de su vida.
La llegada a Fortín Mercedes fue una fiesta, con una multitud en las costas, autoridades, aviones sobrevolándolos. La hazaña se había concretado.
Qué harán
Los cuatro protagonistas de aquella histórica travesía se propusieron celebrar los 50 años como les apasiona: sobre el agua. Lo harán en kayaks en las ciudades de La Adela (La Pampa), Rio Colorado (Rio Negro) y Pedro Luro (Buenos Aires), adonde se inaugurarán plazoletas en homenaje.
Por supuesto que el recorrido simbólico que harán será seguido por la comunidad y en especial por quienes admiran y practican los deportes extremos, los desafíos y la filosofía de vida que mueve a expedicionarios y expedicionarias en la región y el mundo.
«El objetivo es agradecerle al río a los que nos ayudaron», contó Barragán.