No es difícil de ver en cualquier de los lugares de trabajo de nuestra Patagonia. El autodiagnóstico o reflexión de quien está al lado, puede ser un inicio. De qué se trata, cuáles son sus síntomas.
A partir de la publicación de un diario nacional del padecimiento que sufre Graciela Borges, se disparó el tema hasta en los lugares más recónditos de la Patagonia. Tanto en los pequeños pueblos como en las grandes ciudades, la reflexión sobre los síntomas nos ha puesto a reflexionar sobre si lo padecemos en forma total o parcial.
Un corte de puentes en Viedma-Patagones o en Cipolletti-Neuquén, la interrupción del tránsito entre El Bolsón-El Hoyo, en la Ruta 3, en el ferry para cruzar a Tierra del Fuego o en algún tramo de la Ruta 40 o en las avenidas de nuestras urbes nos puede elevar la presión por sobre los 37 grados que se han soportado este verano.
Pero más íntimamente, el trato de un jefe en el mundo petrolero, en la administración estatal o a partir de marzo en las escuelas, también nos puede llevar a inscribirnos en pacientes del Síndrome de Burnout.
Qué es el Burnout
El Síndrome de Burnout se lo ha referenciado en un estrés laboral crónico y ha sido reconocido como uno de los padecimientos de mayor crecimiento en los últimos años en el mundo moderno. Su padecimiento en el tiempo puede “alterar la personalidad y autoestima del trabajador. Es un proceso en el que progresivamente el trabajador sufre una pérdida del interés por sus tareas y va desarrollando una reacción psicológica negativa hacia su ocupación laboral”, dicen los especialistas.
Las alertas sobre este cuadro incluyen agotamiento físico, fatiga crónica, aumento de peso o bien pérdida de apetito. También puede reflejarse en la aparición de alteraciones psicosomáticas como dolores musculares, migrañas, problemas gastrointestinales y, en el caso de las mujeres, desregulación del ciclo menstrual.
Algunos síntomas
Pero además, se describen otros síntomas como el estrés y la ansiedad ya que “el Burnout se alimenta de ambos, además de tener relación con la aparición de trastornos adaptativos, relacionados con el estrés, la ansiedad, la depresión y el insomnio”.
Se debe prestar atención a los cambios en el comportamiento, adoptando “una actitud de indiferencia y desapego, reduciendo claramente su compromiso hacia el trabajo. Esto se manifiesta también en sus relaciones en el ámbito laboral, tanto con compañeros como con clientes. La irritabilidad y el endurecimiento del trato se convierten en tónicas habituales dentro de la forma de actuar de un trabajador quemado, los clientes, usuarios o personas con las que interaccionan perciben este cambio de actitud, pero también la familia y su entorno social”.