En dos ruedas, con una nueva vida por delante, salió desde Andacollo y llegó a Villa La Angostura en un sueño propio que abrió las puertas de otros miles similares en todo el mundo.
A las nuevas etapas en la vida hay que encararlas como más nos gusta. Porque para eso están. Para ser inauguradas con todo el envión. Así cuando se inicia la vida laboral como cuando se termina. Y de estos aires se llenaron los pulmones y las ruedas de la bici del maestro y trovador Miguel Sprumont. Durante 13 días, con paisajes, ripio, asfalto y muchos afectos, unió los 600 kilómetros que van desde Andacollo a Villa La Angostura.
Y nos dice que “los sueños se construyen al despertar y vemos que muchas cosas son posibles solo porque las intentamos”, todavía emocionado de esta travesía que lo llevó a cruzar media provincia del Neuquén, desde el Departamento Minas a Los Lagos.
¿El ruido y las caras felices de niñas y niños de las escuelas rurales del norte neuquino fueron las mismas que encontró, ya de grandes en el camino? Seguramente. ¿Compañeras y compañeros poetas y trovadores, al costado de la ruta o dando abrigo? Claro que sí. ¿Maestras y maestros, en actividad o jubilados abriendo sus casas y corazones? Por supuesto.
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Y El Cholar, El Huecú, Loncopué, Pino Hachado, Villa Pehuenia-Moquehue, Aluminé, Pilo Lil, Junín y San Martín de los Andes, los Siete Lagos, más otros cientos de parajes y pinos y araucarias y arroyos y mesetas, también están en el flamante álbum de la travesía.
A través de sus redes sociales, Sprumont fue contando día por día lo que estaba viviendo a bordo de la bicicleta y en las casas y abrazos que se fueron abriendo, pero fundamentalmente inyectando nuevas vidas al sumar cada kilómetro recorrido. Porque, en estas épocas de la casi instantaneidad virtual, el minuto a minuto se lo puede llevar hasta cada rincón del mundo.
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Así fue vivido por sus seguidoras y seguidores, a través de su aprobación y de sus comentarios. Seguramente a más de una persona el viaje en bici de Miguel le volvió las ganas de vivir, de cambiar de aire, de romper con los obstáculos que muchas veces tienen un garaje en uno mismo.
En dos ruedas y con una nueva vida por delante, el maestro y trovador abrió su propio camino y entregó una llave que está ahí, en Neuquén, en la Patagonia, en el mundo.
¡Y en dos ruedas o en cien, ahí va también nuestra admiración!