Prepara el viaje a las montañas de Tayikistan desde hace ocho años. En unos días partirá con el concepto de “hacer cumbre es el primer paso y el último al regresar. El proceso es la cumbre”.
Muchas veces llegar a lo más alto de una montaña sólo dura cinco minutos, por el viento, el frío o por la necesidad de bajar rápidamente y en forma segura. Si se prioriza esa llegada, es muy efímera y se pierde todo lo que se vivió desde el inicio del viaje, hasta el regreso.
Esta es, en síntesis, la mentalidad con que Roberto «Ro» Catalá llenó de pasión por la montaña a su vida cotidiana y profesional. Por eso asegura que escalar las montañas de siete mil metros en esa zona de Asia forma parte de una “cumbre” que se inició cuando lo decidió y seguirá en unos días en el aeropuerto neuquino, rumbo a Buenos Aires-San Pablo- Estambul- Dusambé (capital de Tayikistan), luego 7 horas en automóvil y finalmente un viaje en helicóptero hasta la base de la cadena montañosa del Pamir. Serán siete días hasta llegar a la montaña, pero que se disfrutan ansiosamente desde ahora, contó Catalá.

El neuquino está permanentemente en contacto con la montaña, a través de la empresa en que es socio (“Mirá cómo lo hago”) y en forma personal. Así, es muy común encontrarlo en el mes de febrero de este año “recién llegado del Aconcagua” o hace unas semanas “volviendo del Lanín”. Esta pasión única por la naturaleza y la montaña la traslada a quienes lo acompañan, al alumnado de su empresa, a quienes lo conocemos desde hace muchos años y especialmente para quienes en cualquier punto del mundo buscan un sentido y explicación a esa vibración especial al caminar o escalar.
El lugar al que llegará y donde estará unos 30 días está aislado de las poblaciones, sólo se comunica por helicóptero y tiene las majestuosas nieves eternas de la Cordillera del Pamir. Hacia allí, en esta época estival en esa zona del mundo, confluyen especialmente montañistas de Europa del Este, algunos desde España y muy pocos de América Latina, contó Ro Catalá.
La comunicación interpersonal es muy difícil ya que los habitantes y guías de ese lugar sólo hablan en ruso o en el dialecto tayico del persa, pertenecientes a la etnia tayika. Tayikistan tiene una población estimada de 10 millones de habitantes y una superficie de 144 100 km². Limita con Afganistán al sur, Uzbekistán al oeste, Kirguistán al norte, y la República Popular China al este.
Además de la preparación física y mental con que cuenta el neuquino, también deberá tener en cuenta otros aspectos como el de la alimentación y la hidratación, buscando no tener inconvenientes físicos por el cambio entre sus habituales de la capital del Neuquén y esa zona de Asia Central.
La bandera
“Llevo una mochila de agradecimientos”, dice riendo Catalá. En esa placentera carga está –por supuesto- la histórica bandera que dice “Yo fui adoptado” y se relaciona con su compromiso con la identidad y la búsqueda de los orígenes de las personas que como él deben reconstruir su pasado. La historia de vida de Roberto Catalá se puede conocer en el video que acompaña esta nota, en una hermosa charla que tuvimos hace tres años sobre las dos pasiones: la búsqueda de los orígenes y la adopción y este concepto de disfrutar todo el proceso del montañismo como energía central.
“Por supuesto que allí estará esa bandera, no sólo en las imágenes de lo más alto de las montañas sino en cada paso para llegar y volver”, señaló.
Es que es muy difícil de separar a Catalá del concepto que comunica esa bandera, ya que su vida cotidiana está comprometida con ello. Se lo ve en los alumnos y alumnas becados en su empresa, en un marco de inclusión de infancias judicializadas. Esa puerta al contacto con la naturaleza que ahora alcanza a menores, pronto se ampliará a adolescentes –adelantó- ya que tanto la vida natural como las alturas son caminos y procesos para enriquecer la vida.
Las horas previas a la partida tienen una intensidad mayor que aquellas primeras de hace ocho años en que comenzó a visualizar esa zona de alturas asiáticas. La ansiedad y el cierre de los últimos aspectos de un viaje que requiere de sincronización en vuelos, aeropuertos, logística, entre tantas cosas, tiene hoy a Catalá en un estadio de emoción sin igual.
“Es tremendo lo que vivo alrededor en cuanto a apoyo para este sueño”, dice y se emociona al ver en la mañana de este domingo pasado a 12 personas haciendo empanadas para acompañarlo con fondos económicos en la travesía.
Es posible que hace 8 años dio el primer paso para este viaje, que luego tuvo un segundo y un tercero y tiene en estas horas el avance crucial de la partida. Recién empieza la cumbre de Catalá en Tayikistan. Él y quienes lo acompañamos desde aquí tenemos una alegría superior a esos siete mil metros que lo esperan.
