Cuentan que la pesadilla tras la crecida continúa. Antes fue el miedo por la creciente, ahora el frío. Se esperan nuevas lluvias, y están preocupados.
Lautaro (6 años) corretea a la vera del río Neuquén en un patio con límites totalmente desdibujados por la crecida y desalineado por las carencias, y tose con ruidoso catarro. Lucas, de 10, juega a tirar piedritas al agua lo más lejos posible, y respira con dificultad por los visibles mocos.
Lixie, pura voluntad, acompaña a sus hermanos en sus andanzas y mantiene el cierre de su camperita negra lo más arriba posible. “No me la saco ni para dormir, se sufre el frío”, admite temblando la pequeña de 12 años que a pedido de LM Cipolletti va hasta el final de la cuadra a golpear la puerta de una referente barrial sin demasiada suerte.