Si bien nació en la capital rionegrina, su desarrollo deportivo lo tuvo desde la ciudad de Zapala. Conocido como el “Indio Rubio”, Arturo Kruuse, dio cátedra en el automovilismo nacional.
El nombre del zapalino por adopción Arturo Kruuse sería la nueva denominación del Autódromo de Viedma, de acuerdo con una iniciativa de diputados provinciales de Río Negro. El piloto, que se alzó con el Gran Premio Internacional de Turismo de Carretera en 1935 y asombró al país con su manejo y velocidad, nació en Viedma en 1897 y a los 11 años se radicó en la ciudad del centro neuquino. Pero no sólo fue piloto destacado a nivel internacional sino que fue intendente de Zapala y el primer ídolo del automovilismo que tuvo la Patagonia Argentina.
El día de su cumpleaños número 79, el 11 de octubre de 1976, cuando iba en su histórico auto junto a su esposa, murió arrollado por un camión. En Pasó Hoy, se recordó que ese día “llovieron rosas en Zapala”, cuando “la misma cabina de la cupé Plymouth 1034 que lo vio vencedor en la carrera Argentina-Chile para ser Campeón Argentino de TC, lo abrazó para siempre junto a su esposa Juana Arze. Cuando los hierros retorcidos terminaron con la vida del matrimonio, un ramo inmenso de rosas rojas tomó vuelo propio y sus pétalos suspendieron un color inmortal en el cielo zapalino. Esa mañana Arturo Kruuse llegaba por última vez a la bandera a cuadros de los 79 años de edad.”
En estos días, los legisladores Marcelo Szczygol y Facundo López (JSRN) presentaron un proyecto para designar con el nombre ‘Arturo Kruuse’ al Autódromo de Viedma, en honor y reconocimiento al piloto oriundo de esa ciudad. Tras recordar los logros deportivos, señalaron la puesta en valor de un hombre que nació en la capital rionegrina, cuando “su padre Peter Kruuse -un inmigrante arribado a la ciudad de Viedma en el año 1881 desde Dinamarca- fue una de las víctimas del naufragio del buque en que viajaba, en las costas del actual balneario de El Cóndor”.
En la crónica publicada sobre Arturo Kruuse en nuestro portal Pasó Hoy, el periodista Oscar Scalerandi recordó que “Arturo Kruuse nació en Viedma y llegó a Zapala con 11 años, se casó con su cuñada (viuda de su hermano) y abrazó la pasión de las carreras de autos, convocando y enfervorizando a todo un pueblo y buena parte del país. Un relator porteño unió el cabello típico danés de Arturo con la visión de un Neuquén poblado de aborígenes, para apodarlo “El indio rubio”. Ese apodo no hizo más que confirmar el gran impacto que causó en el país que este hombre de los confines del sur ganara la carrera que unió Argentina y Chile en 1935, para alzarse con el campeonato nacional de ese año.
Uno de los primeros deportistas que llevó el nombre de Neuquén a la pasión y los medios de comunicación de todo el país, protagonizó el comienzo de la historia del automovilismo deportivo, en épocas donde una carrera cruzaba por 12 provincias y cubría unos siete mil kilómetros. Gran parte de esos caminos era sólo huellas polvorientas y atestiguaban el arreglo artesanal de los fierros y los motores, el reabastecimiento de combustible, la ayuda entre los pilotos para seguir en carrera.
Épocas en que la pasión era más veloz que los fierros y conmovían a ciudades enteras. Años en que –por ejemplo- se corrió una competencia internacional (la “Buenos Aires-Caracas”) que pisó caminos de Argentina, Bolivia, Perú, Ecuador, Colombia, Chile y Venezuela, con casi 10 mil kilómetros de recorrido. Esa fue la última de Kruuse, con 51 años dejó de pisar el acelerador en esas rutas para tomar otros desafíos. Entre ellos, ser Comisionado o Intendente de Zapala durante dos años.
El Gran Premio de Turismo de Carretera de 1935 pasó por Zapala…y ahí había un buen mecánico y gran piloto hijo de daneses llamado Arturo Krusse que no tenia auto para correr. Entre los vecinos juntaron dinero y compraron la coupé Plymouth que bautizaron «La Catanga» o «La Petisa”.
En 1936 Luis Elías Sojit lo bautizó como “El indio rubio” de Zapala, ya que la ciudad no era muy conocida y se pensaba que solo habían aborígenes en el lejano Neuquén
Practicaba en la zona de El Manzano en una trepada que tiene la ruta, con un coche Whipet que solo tenía 1ra y marcha atrás.
En la Bs As – Caracas año 1948, en la zona de Trujillo cayeron abajo de un puente porque se quedaron dormidos con su acompañante.
En otra carrera tuvo que abandonar cerca de Santa Rosa, La Pampa. En una Escuela del lugar un niño lloraba desconsolado porque había abandonado su Ídolo. Enterado de esto Don Arturo Krusse fue hasta el Colegio a saludar al pequeño.
Y también se compartió la entrevista realizada en el espacio Historias a Fondo, con la nieta del corredor, María Noly Dagmar Kruuse: