Aldo Novelli, fallecido recientemente, será recordado por poetas de varios países, especialmente por su vinculación afectiva y por el valor de su obra literaria.
Este viernes, el querido poeta neuquino Aldo Novelli (fallecido el pasado 22 de mayo) tendrá una recordación especial en varios países, en un encuentro virtual que es organizado desde Chile y que incluye también a poetas de Nicaragua y de nuestra región. El escritor neuquino será el centro de la actividad internacional “Momentos con Aldo”, que se llevará a cabo el viernes 28 a través de la plataforma Zoom, a las 21 de Argentina, las 18 de América Central y México, las 19 de Colombia y las 20 horas de Chile.
La escritora Lucía Orellana Cofré, de Panguipulli, Chile, será la presentadora del homenaje póstumo y quien ha movilizado a sus pares de varios países para desarrollar esta actividad que tendrá un reconocimiento especial hacia la personalidad y afectos generados en el continente y especialmente por su obra poética y sus ensayos.
El moderador del encuentro virtual será el poeta Francisco Bautista Lara, desde Managua, Nicaragua, mientras que Jacquelinne Lagos Magaraño desde Osorno, Chile, se abocará a reseñar los lazos de amistad que la unieron a ella y a tantos escritores del mundo con Aldo Novelli.
En el caso de la escritora radicada en Neuquén, Lilí Muñoz, se orientará en la presentación a valorar la obra publicada por Novelli y su significación en la literatura regional y americana.
Por su parte, el poeta Cristian Lagos, desde Cura Cautín, Chile, y sus pares de San Martín de los Andes Rafael Urretabizkaya y Maria Cristina Venturini , seleccionarán poemas para compartir con quienes participen de la actividad virtual.
Desde la organización se informó que para acceder al encuentro, se deberá ingresar a la plataforma Zoom con el siguiente código: https://us02web.zoom.us/j/84136990280?pwd=eFlMMXJOTHQzQ1hUSUJzcXFBSER2dz09

En La Nación
Tras su muerte, el poeta neuquino Aldo Novelli fue recordado en el diario La Nación, en un artículo firmado por el periodista Daniel Gigena, donde señaló que “tenía 66 años y había publicado libros de cuentos, ensayos y poemas. Estudió las carreras de Letras y Periodismo y se desempañaba como analista de sistemas, periodista cultural y crítico literario. Entre otros títulos, publicó La noche del hastío (2003), Agonistas del fin del mundo (2005), Desierto (2007), Mínimo mundo fragmento (en una edición de gran tirada del Ministerio de Educación de la Nación, 2008), Estúpidos mirones de televisión (2009), Archibaldo, el gran exhibicionista (2009), Luz y sombra (2011), Mínimo mundo (2012) y Rock en el desierto (2014)”, además de ensayos y artículos en publicaciones regionales, nacionales e internacionales.
“En mis distintos poemarios y libros utilizo registros formales diversos, minimalismo, prosaísmo, existencialismo, cierto lirismo, realismo sucio. He buscado razones grandilocuentes para justificarlo, pero debo decir que la verdadera razón es evitar el aburrimiento. Claro está que los temas que me preocupan siempre son los mismos: la utopía, la palabra, la revolución, el sexo, el amor oculto, el hombre y la mujer que viven en el mundo real, los amigos, nacimiento, vida, amor y muerte de un trabajador”, declaró en una entrevista de Sara Eliana Riquelme publicada en la revista Lamás Médula. Quería que en sus escritos se condensara “una atmósfera realista y cotidiana, fugazmente iluminada por un resplandor”.
El prólogo de Rafael Urretabizkaya
El poeta sanmartinense fue quien escribió el prólogo del libro “Rock en el desierto” de Aldo Novelli, en un escrito que como pocos lo traza en su dimensión de escritor que “busca oro en el asfalto, y lo encuentra, y lo regala”. Aquí compartimos ese prólogo:
En el fondo de la noche, en las orillas de los mapas, en medio del abismo y de la tempestad, al costado de él mismo; Aldo le canta piedra libre a la poesía. Se hacen un guiño íntimo en código de barrio, llega un perro y los muerde a los dos juntos en el momento en que la madrugada le rasca el pupo al día. Se encuentran, se dicen cosas y algunas de ellas Aldo escribe.
El poeta la ve llegar disfrazada de araña peluda, de piernas de mujer, de pez por tierra; contra viento y marea intentará meterle charla, mano, convidarle entradas para dar un paseo en la noche.
Aldo es viento y es marea.
Ve llegar la poesía en los pliegues del día y del encuentro tomará un poco de esa brisa de abajo que desordenó la barda y tomará también algunas pocas palabras prestadas para él, es decir para todos nosotros, y ya poema volverá a mesturarlas al camino. Palabras para dar de sestear al cansado y de encender al distraído; para guardar, para soltar.
En todas partes hay muelles donde se puede recibir y despedir al viajero, al que anda rengo de caricias, donde es posible soltar deseo en el viento y que se contagie por el mundo. En todo sitio hay muelles, también en el desierto.
Aldo Luis Novelli busca oro en el asfalto justo a la hora en que la vecina arma el repulgue de la empanada esa que va a dar de ilusionar al hambreado. Aldo busca oro en el asfalto, y lo encuentra, y lo regala.
Y encuentra las caderas de una mujer celeste que le ordeña el asombro y él se lo dice justo en el minuto en que ella se vuelve azul y salada, se vuelve barco quieto del Nono que jineteó la sed de los peces y ahora sestea en el “oxidado pellejo del desierto”.
Novelli habla con los árboles, se raspa contra todos los arbustos pinchudos, entra en celo, horada la piedra, jinetea viento en pelo, se agarra a los toscazos con dios, recibe a los amigos, escapa hacia delante; y sobre algo de esto toma nota.
Rock en el desierto. Apuntes dudosos. Poesía. Para todos nosotros, para guardar, para hoy y después. Para nosotros agradecidos. Pasen y lean.