Un escudo de residencias sobre un millón de hectáreas entre Junín de los Andes y Bariloche, y entre Villa La Angostura y la frontera con Chile le dieron seguridad al líder nazi, según el entrevistado.
Un anillo de estancias en manos de capitales alemanes, formaron un escudo protector de Adolf Hitler de un millón de hectáreas sobre cuatro puntos: Bariloche, Villa La Angostura, Junín de los Andes y la frontera con Chile. En ese espacio, los movimientos internos y externos eran básicamente a través de hidroaviones (utilizando los siete lagos), y se contaba con puestos fijos de vigilancia y control de los movimientos “extraños”. Sólo para dar un ejemplo: en esos años (entre 1945 y 1955) para ingresar a Bariloche por aire o por tierra, se debía pasar por territorio en propiedad de alemanes.
Estas afirmaciones y la seguridad a través de documentos y testimonios sobre la vida de Hitler en la región, las dio el periodista, investigador y escritor Abel Basti, en directo desde Bariloche. Se trató de una charla que anticipó la salida del último de sus catorce libros dedicados específicamente al tema del nazismo y de su líder en particular.
Tras asegurar que hubo un pacto “de último momento”, en los últimos meses antes de finalizar la Segunda Guerra Mundial, entre Estados Unidos y el nazismo “para la transferencia de hombres, divisas, tecnología, y que todo el capital del Tercer Reich no quedara en poder de los soviéticos”, el escritor señaló que en la década siguiente a la guerra “miles denazis huyeron hacia América, principalmente en barcos y en submarinos”. No obstante aclaró que “el convoy de submarinos que llegó a la costa atlántica argentina trajo a los jerarcas del nazismo, entre ellos a Hitler”.
“Mi trabajo de campo con testimonios y documentación demuestra la llegada de submarinos alemanes en toda la costa atlántica (…) un convoy de submarinos en el ´45 que traía jerarcas, divisas, documentos”, explicó. A propósito de aquella entrevista, en 2021 se reavivó el tema de los submarinos alemanes llegados a Argentina, al descubrirse restos de lo que sería una nave alemana frente a las costas de la ciudad de Necochea. Basti es quien preside el equipo de investigación “Eslabón perdido” que impulsa la investigación de esos restos para demostrar que se tratan de una embarcación de la Alemania nazi.
Pero volvamos a aquella década que siguió a la Segunda Guerra: “la zona de evasión del nazismo es América y el protagonista es Estados Unidos», señaló Basti al refrendar ese acuerdo previo a la rendición nazi.
Ese acuerdo también incluía a los gobiernos de la región que en esa época estaban en manos de militares o similares, admiradores del Tercer Reich, agregó el escritor para graficar cómo era el arco protector armado en la zona cordillerana de Neuquén y Río Negro.
En esos años, para ingresar a San Carlos de Bariloche por ruta se lo hacía a través de una estancia cuya propiedad era de capitales alemanes, lo mismo por tren cuando la anteúltima estación estaba en la estancia San Ramón y otro tanto con el espacio del aeropuerto, indicó Basti. Ese nudo de estancias en poder de alemanes formaban una punta del anillo protector de jerarcas y principalmente de Hitler, que seguía por establecimientos en Villa La Angostura (estancia Inalco, entre otras), en cercanías de San Martín y Junín de los Andes (estancias Coyunco, Meliquina, Lago Hermoso, entre otras) y la frontera con Chile.
De acuerdo con lo expresado por Basti, a través de su investigación documental y de testimonios, Hitler se movía permanentemente entre ese espacio y estancias por una cuestión de seguridad y lo hacía principalmente a través del uso de hidroaviones.
En sus libros “La segunda vida de Hitler” y “Hitler y el Nuevo Orden Mundial”, el investigador incluye la documentación sobre el piloto de guerra alemán que era el encargado de maniobrar el hidroavión que se establecía en la estancia Inalco (cerca de Villa La Angostura), con descripción de matrícula y otros detalles.
Precisamente, se le preguntó sobre ese complejo de viviendas que conforman Inalco y reflexionó lo difícil que era en esa época acceder por tierra a ese lugar.
“Pensemos que en esos años, para llegar había que cruzar el río Correntoso que de por sí es complicado y luego seguir por una huella. Y veamos que la construcción se terminó en 1945 con una serie de detalles como lo es el complejo alpino de viviendas y otras instalaciones, las escaleras de piedra, las fuentes, etc. que en ese momento era muy difícil de realizar precisamente por lo complicado de la comunicación terrestre”.
Agrega a la documentación el testimonio de una mujer “que hoy vive en Villa La Angostura y que asegura que en el verano de 1955 atendió a Hitler en Inalco”, además de “otros testimonios de forma similar” que consolidan su hipótesis sobre la vida, al menos durante una década, del líder del nazismo en nuestra Patagonia.
Sobre el final de la entrevista que acompaña a esta nota, Basti señaló sobre la presunta muerte de Hitler que él presentó en su momento el testimonio de un militar brasileño que asegura haber participado de las ceremonias fúnebres en Paraguay, en 1971. No obstante “todo eso es materia de investigación, pero lo que sí tenemos en claro es que la documentación de Estados Unidos y de la Unión Soviética habla de un Hitler vivo entre 1945 y finales de 1960, cuando ya no se habla más del tema”.